Acción Auditiva


SENSIBILIDAD AUDITIVA:
Nuestra sensibilidad auditiva varía con la frecuencia y con la intensidad. El sistema auditivo es menos sensible a las frecuencias muy bajas o muy altas. El umbral máximo de sensibilidad auditiva se localiza en la región de las frecuencias medianas.




AUDICION BINAURAL:
La audición con ambos oídos es fundamental para determinar la ubicación de una fuente sonora (izquierda-derecha, delante-detrás, arriba-abajo) y bastaría una diferencia sutil en la sensibilidad de uno de los oídos para perder esta habilidad.
Por debajo de 1Khz, la ‘fase’ es el atributo dominante en la localización de la fuente sonora pues ambos oídos tienden a recibir señales de igual amplitud debido a 2 factores:
· Propagación omnidireccional de las bajas frecuencias y
· La ausencia de ‘sombra’ proyectada por el cráneo (que escontorneado).
El oído no puede entonces precisar la ubicación de una fuente ubicada al frente o detrás de su cabeza, pues las señales que alcanzan los oídos están en fase y con igual amplitud.

Sistema Auditivo



La función de nuestro sistema auditivo es, esencialmente, transformar las variaciones de presión originadas por la propagación de las ondas sonoras en el aire en impulsos eléctricos (variaciones de potencial), información que los nervios acústicos transmiten a nuestro cerebro para la asignación de significados.





Podemos dividir el sistema auditivo en:


Sistema Auditivo Periférico

Sistema Auditivo Central


Sistema Auditivo Periférico

El sistema auditivo periférico (el oído) está compuesto por el oído externo, el oído medio y el oído interno.


Figura 01: Sistema auditivo periférico

El sistema auditivo periférico cumple funciones en la percepción del sonido, esencialmente la transformación de las variaciones de presión sonora que llegan al tímpano en impulsos eléctricos (o electroquímicos), pero también desempeña una función importante en nuestro sentido de equilibrio.

Oído externo
El oído externo está compuesto por el pabellón, que concentra las ondas sonoras en el conducto, y el conducto auditivo externo que desemboca en el tímpano.
La ubicación lateral de los pabellones derecho e izquierdo en el ser humano ha hecho casi innecesaria la capacidad de movimiento de los mismos, a diferencia de lo que sucede en muchos otros animales que tienen una amplia capacidad de movimiento de los pabellones, pudiendo enfocarlos en la dirección de proveniencia del sonido. De esta manera se contribuye a la función del pabellón, que es la de concentrar las ondas sonoras en el conducto auditivo externo.
La no linealidad de las funciones de transferencia del oído comienzan ya en el pabellón, ya que por sus características éste tiene una frecuencia de resonancia entre los 4.500 Hz y los 5.000 Hz.
El canal auditivo externo tiene unos 2,7 cm de longitud y un diámetro promedio de 0,7 cm. Al comportarse como un tubo cerrado en el que oscila una columna de aire, la frecuencia de resonancia del canal es de alrededor de los 3.200 Hz.

Oído medio
El oído medio está lleno de aire y está compuesto por el tímpano (que separa el oído externo del oído medio), los osículos (martillo, yunque y estribo, una cadena ósea denominada así a partir de sus formas) y la trompa de Eustaquio.
El tímpano es una membrana que es puesta en movimiento por la onda (las variaciones de presión del aire) que la alcanza. Sólo una parte de la onda que llega al tímpano es absorbida, la otra es reflejada. Se llama impedancia acústica a esa tendencia del sistema auditivo a oponerse al pasaje del sonido. Su magnitud depende de la masa y elasticidad del tímpano y de los osículos y la resistencia friccional que ofrecen.
La parte central del tímpano oscila como un cono asimétrico, al menos para frecuencias inferiores a los 2.400 Hz. Para frecuencias superiores a la indicada las vibraciones del tímpano ya no son tan simples, por lo que la transmisión al martillo es menos efectiva.
Los osículos (martillo, yunque y estribo) tienen como función transmitir el movimiento del tímpano al oído interno a través de la membrana conocida como ventana oval. Dado que el oído interno está lleno de material linfático, mientras que el oído medio está lleno de aire, debe resolverse un desajuste de impedancias que se produce siempre que una onda pasa de un medio gaseoso a uno líquido. En el pasaje del aire al agua en general sólo el 0,1% de la energía de la onda penetra en el agua, mientras que el 99,9% de la misma es reflejada. En el caso del oído ello significaría una pérdida de transmisión de unos 30 dB.
El oído interno resuelve este desajuste de impedancias por dos vías complementarias. En primer lugar la disminución de la superficie en la que se concentra el movimiento. El tímpano tiene un área promedio de 69 mm^2, pero el área vibrante efectiva es de unos 43 mm^2. El pie del estribo, que empuja la ventana oval poniendo en movimiento el material linfático contenido en el oído interno, tiene un área de 3,2 mm^2. La presión (fuerza por unidad de superficie) se incrementa en consecuencia en unas 13,5 veces.
Por otra parte el martillo y el yunque funcionan como un mecanismo de palanca y la relación entre ambos brazos de la palanca es de 1,31 : 1. La ganancia mecánica de este mecanismo de palanca es entonces de 1,3, lo que hace que el incremento total de la presión sea de unas 17,4 veces. El valor definitivo va a depender del área real de vibración del tímpano. Además, los valores pueden ser superiores para frecuencias entre los 2.000 Hz y los 5.000 Hz, debido a la resonancia del canal auditivo externo y a las frecuencias de resonancia características de los conos asimétricos, como lo es el tímpano. En general entre el oído externo y el tímpano se produce una amplificación de entre 5 dB y 10 dB en las frecuencias comprendidas entre los 2.000 Hz y los 5.000 Hz, lo que contribuye de manera fundamental para la zona de frecuencias a la que nuestro sistema auditivo es más sensible.
Los músculos en el oído medio (el tensor del tímpano y el stapedius) pueden influir sobre la transmisión del sonido entre el oído medio y el interno. Como su nombre lo indica, el tensor del tímpano tensa la membrana timpánica aumentando su rigidez, produciendo en consecuencia una mayor resistencia a la oscilación al ser alcanzada por las variaciones de presión del aire.
El stapedius separa el estribo de la ventana oval, reduciendo la eficacia en la transmisión del movimiento. En general responde como reflejo, en lo que se conoce como reflejo acústico.
Ambos cumplen una función primordial de protección, especialmente frente a sonidos de gran intensidad. Lamentablemente la acción de esos músculos no es instantánea de manera que no protegen a nuestro sistema auditivo ante sonidos repentinos de muy alta intensidad, como pueden ser los estallidos o impulsos. Por otra parte, se fatigan muy rápidamente de manera que pierden eficiencia cuando nos encontramos expuestos por largo rato a sonidos de alta intensidad.
La acción de estos músculos tienen el efecto de un filtro, por cuanto se ofrece una mayor resistencia a la transmisión de frecuencias menores (más graves), favoreciendo por consiguiente las frecuencias mayores (más agudas), que suelen ser portadoras de un mayor contenido de información útil para el ser humano, tanto en el habla como en situaciones de la vida cotidiana.
También el aire que llena el oído medio es puesto en movimiento por la vibración del tímpano, de manera que las ondas llegan también al oído interno a través de otra membrana, la ventana redonda. No obstante la acción del aire sobre la ventana redonda es mínima en la transmisión de las ondas con respecto a la del estribo sobre la ventana oval. De hecho, ambas ventanas suelen moverse en sentidos opuestos, funcionando la ventana redonda como una suerte de amortiguadora de las ondas producidas dentro del oído interno.
La trompa de Eustaquio comunica con la parte superior de la faringe y por su intermedio con el aire exterior. Una de sus funciones es mantener un equilibrio de presión a ambos lados del tímpano.

Oído interno
Si en el oído externo se canaliza la energía acústica y en el oído medio se la transforma en energía mecánica transmitiéndola -y amplificándola- hasta el oído interno, es en éste en donde se realiza la definitiva transformación en impulsos eléctricos.
El laberinto óseo es una cavidad en el hueso temporal que contiene el vestíbulo, los canales semicirculares y la cóclea (o caracol). Dentro del laberinto óseo se encuentra el laberinto membranoso, compuesto por el sáculo y el utrículo (dentro del vestíbulo), los ductos semicirculares y el ducto coclear. Este último es el único que cumple una función en la audición, mientras que los otros se desempeñan en nuestro sentido del equilibrio.
El oído interno está inmerso en un fluido viscoso llamado endolinfa cuando se encuentra en el laberinto membranoso y perilinfa cuando separa los laberintos óseo y membranoso.
La cóclea (o caracol) es un conducto casi circular enrollado en espiral (de ahí su nombre) unas 2,75 veces sobre sí mismo, de unos 35 mm de largo y unos 1,5 mm de diámetro como promedio. El ducto coclear divide a la cóclea en dos secciones, la rampa vestibular y la rampa timpánica.

Figura 02: Esquema del sistema auditivo periférico con la cóclea desenrollada
La cóclea está dividida a lo largo por la membrana basilar y la membrana de Reissner.

Figura 03: Corte de la cóclea

El movimiento de la membrana basilar afecta las células ciliares (también llamadas capilares o pilosas) del órgano de Corti que al ser estimuladas (deformadas) generan los impulsos eléctricos que las fibras nerviosas (nervios acústicos) transmiten al cerebro. Pueden haber hasta cinco filas de células ciliares en el órgano de Corti, constando las más largas de unas 12.000 células en fila.


Figura 04: El órgano de Corti


La membrana basilar no llega hasta el final de la cóclea dejando un espacio para la intercomunicación del fluido entre la rampa vestibular y la timpánica, llamado helicotrema que tiene aproximadamente unos 0,3 mm^2 de superficie.



Figura 05: La membrana basilar


La membrana basilar se deforma como producto del movimiento del fluido linfático dentro de la cóclea. El punto de mayor amplitud de oscilación de la membrana basilar varía en función de la frecuencia del sonido que genera su movimiento, produciendo así la información necesaria para nuestra percepción de la altura del sonido. Las frecuencias más altas son procesadas en el sector de la membrana basilar más cercano al oído medio y las más bajas en su sector más lejano (cerca del helicotrema). La cantidad de células ciliares estimuladas (deformadas) y la magnitud de dicha deformación determinaría la información acerca de la intensidad de ese sonido.


Figura 06: Ubicación de la zona de respuesta de frecuencias sobre la membrana basilar


Figura 07: Esquema vibratorio de la membrana basilar. El punto de mayor oscilación depende de la frecuencia

A partir del movimiento de la membrana basilar que deforma las células ciliares del órgano de Corti se generarían patrones característicos de cada sonido que los nervios acústicos transmiten al cerebro para su procesamiento.

Transmisión ósea
Además de a través del oído medio (el tímpano, los osículos), las ondas sonoras llegan al oído interno directamente por medio de la oscilación de los huesos del cráneo.
Ello es fácilmente comprobable si colocamos un diapasón vibrando sobre el parietal o sobre el hueso mastoideo (detrás del pabellón).
Dado que el oído interno se encuentra inserto en una cavidad del hueso temporal las oscilaciones del cráneo hacen entrar en oscilación directamente el fluido linfático, de una manera que no está totalmente clara aún. Lo que sí resulta evidente es que cualquiera de las dos formas de transmisión de las ondas es igualmente efectiva, sirviendo la transmisión ósea como medio alternativo cuando hay enfermedades en el oído medio.
La transmisión ósea es también la responsable de que escuchemos nuestra voz con un timbre distinto al que lo escucha el resto de las personas.

Sistema Auditivo Central

El sistema auditivo central está formado por los nervios acústicos y los sectores de nuestro cerebro dedicados a la audición. Se trata también de la parte de nuestro sistema auditivo de la que menos se conoce. Esto es consecuencia de nuestro escaso conocimiento del cerebro y su funcionamiento en general.
A menudo ignorado, el sistema auditivo central es fundamental en nuestra audición, ya que es allí donde se procesa la información recibida y se le asignan significados a los sonidos percibidos, ya sea que pertenezcan a la música, al habla u otros.
El nervio auditivo contendría alrededor de 30.000 neuronas y su función principal es la de transmitir los impulsos eléctricos al cerebro para su procesamiento. Pero también parecen existir otras vías que conducen impulsos desde el cerebro hasta la cóclea. No se sabe mucho de estas neuronas descendentes, pero aparentemente servirían para ayudar a una especie de ajuste de sintonía fina en la selectividad de frecuencia de las células ciliares e incrementar las diferencias de tiempo, amplitud y frecuencia entre ambos oídos.

Cerebro
El cerebro es un órgano electroquímico y su conformación actual en el ser humano es el resultado de transformaciones sufridas a lo largo de millones de años de evolución. No obstante, es una de las partes del cuerpo humano sobre las cuales más se ignora.
En el cerebro hay miles de millones de neuronas, que son esencialmente similares a todas las demás células, pero que tienen la particularidad de recibir y transmitir impulsos eléctricos.
Cada neurona está comunicada con decenas de miles de otras neuronas, conformando todas ellas una red (redes neurales) de intercomunicación sumamente complicada. Mientras que ya cuando nacemos poseemos la totalidad de las neuronas, las conexiones entre ellas son el producto de procesos de aprendizajes. Esta capacidad de cooperar (trabajar en redes) de millones de pequeñas unidades de procesamiento serían la causa de la alta eficacia y la potencia en el funcionamiento de nuestro cerebro.
A partir de la deformación de las células ciliares en el órgano de Corti y a través de los nervios acústicos, el cerebro recibe patrones que contienen la información característica de cada sonido y los compara con otros almacenados en la memoria (la experiencia pasada) a efectos de identificarlos. Aparentemente, si el patrón recibido difiere de los patrones almacenados, el cerebro intentaría igualmente adaptarlo a alguno de los conocidos, al que más se le parezca. Esto es notable por ejemplo en la percepción de series armónicas. Si recibimos un número determinado de frecuencias aisladas, nuestro cerebro intentará relacionarlas, identificándolas como parte de una serie armónica (aún cuando no lo sean), generando incluso la percepción de la altura determinada por su frecuencia fundamental, aunque ésta no esté físicamente presente y aunque la membrana basilar no esté oscilando en el punto correspondiente a dicha frecuencia.
La memoria es una de las funciones más importantes de nuestro cerebro. Cada hecho a ser almacenado en la memoria es separado en partes y se guarda de manera asociativa (modelos asociativos) en diferentes conjuntos de neuronas interconectadas entre sí, de manera que su ubicación física está distribuida a lo largo de diversas partes de nuestro cerebro.
Si el patrón recibido no existe y no es posible encontrar alguno que se le parezca, el cerebro tendrá la opción de desecharlo o de almacenarlo (funciones de las memorias de corto, mediano y largo plazo) convirtiéndolo en un nuevo patrón de comparación.
Aparentemente existirían en el cerebro al menos tres niveles diferenciados de procesamiento de los datos que transmiten los nervios acústicos. En un primer nivel el cerebro identificaría el lugar de procedencia del sonido (asociación de lugar, localización). En un segundo nivel el cerebro identificaría el sonido propiamente dicho, es decir, sus características tímbricas. Recién en un nivel posterior se determinarían las propiedades temporales de los sonidos, es decir su valor funcional a partir de su ubicación en el tiempo y su relación con otros sonidos que lo preceden y lo suceden, hecho de particular importancia en sistemas acústicos de comunicación como el habla (la lengua hablada) o la música.

Hemisferios cerebrales
El cerebro está dividido en los hemisferios derecho e izquierdo. Por alguna razón no totalmente aclarada los nervios se cruzan en la médula espinal de manera que cada hemisferio del cerebro controla esencialmente el lado opuesto del cuerpo. Cada hemisferio se especializa en la realización de funciones determinadas. Todo parecería indicar que en el hemisferio izquierdo se localizan los centros que controlan el lenguaje y las funciones lógicas, mientras que en el derecho se concentran aquellas funciones no verbales, las actividades artísticas y las funciones emotivas.
De igual manera cada uno de los hemisferios cumple funciones diferenciadas en el procesamiento de los sonidos recibidos. El cerebro es capaz de distinguir las características estructurales de los sonidos y, básicamente, el predominio de uno u otro hemisferio depende precisamente de la estructura de dicho sonido.
En el caso de la música el procesamiento se llevaría a cabo en el hemisferio derecho. Sin embargo, hay quienes afirman que esto sólo sería cierto en el caso de los individuos que no son músicos. Las personas con formación y entrenamiento musical, al tener la capacidad de acceder al fenómeno musical desde un punto de vista más analítico, procesarían esta información en el hemisferio izquierdo, que es el que se especializa en las funciones del razonamiento lógico.
Por otra parte, experimentos realizados han mostrado que la especialización de uno u otro hemisferio cerebral en determinadas funciones, como por ejemplo la percepción, procesamiento y asignación de significados a sonidos específicos, guardaría una relación directa con la lengua materna de cada individuo.

La Percepción auditiva desde la niñez


La percepción auditiva constituye un requisito para la comunicación. Implica la capacidad para reconocer, discriminar e interpretar estímulos auditivos asociándolos a experiencias previas.
- Este aspecto perceptivo tiene una relación muy intensa con el lenguaje y por lo tanto debe hacerse siempre un planteamiento común de ambos aspectos.
- El desarrollo de la percepción auditiva debe reforzarse con otras, siempre que se pueda, de carácter visual, cenestésico y temporal.
- La contaminación auditiva se produce más fácilmente que la visual, es por ello que los estímulos auditivos en un principio han de ser todo lo nítidos que podamos obtenerlos.
- En la percepción auditiva es tan importante el sonido como el silencio.
En este plan de desarrollo de la percepción auditiva se presentan las siguientes áreas de entrenamiento:

Conciencia auditiva:
Los ejercicios que luego se sugieren tienen como propósito hacer tomar conciencia al niño del mundo de sonidos en el cual está inmerso. Están basados en las recomendaciones dadas por D. Butt del "Duval Country Reading Laboratory".
Tomar conciencia de los sonidos de la naturaleza: viento, truenos, olas, lluvia. Esto puede hacerse con experiencias directas, o bien valerse de grabaciones.
Tomar conciencia de sonidos producidos por animales: pájaros, perros, gatos, patos.
Reparar en la intensidad de los sonidos; por ejemplo, andar en puntillas, golpear fuertemente el suelo, sonidos fuertes y suaves de campana, aplausos de intensidad diferente, cerrar la puerta con suavidad o con fuerza.
Reconocimiento de rimas y ritmos usando una gran variedad de poesías, fábulas, anuncios radiales y de televisión. Valerse de buenas antologías de versos infantiles.


Memoria auditiva:
Tienen como objetivo ampliar el grado de memorización del niño a través de la modalidad auditiva, tanto en los aspectos de evocación, reproducción verbal y retención.
Jugar al eco: los niños tratan de reproducir tres tonos (palabras o números) producidos por un niño que permanece escondido.
Repetición de diversos modelos de golpes con las manos, dados por el educador.
El educador da una, dos, tres o más instrucciones y le pide que las ejecute en el mismo orden. Por ejemplo: toma este lápiz, colócalo sobre esa mesa y cierra la ventana.
Jugar al teléfono roto: un niño susurra una frase al oído del otro, este los trasmite al siguiente y así sucesivamente.
Memorizar poesías de contenido interesante para el niño. Darle oportunidad para demostrar el esfuerzo desplegado en la memorización y premiarlo.
Jugar al mensajero: darle un recado o mensaje oral y pedirle que lo transmita, textualmente, a otro compañero o aun alumno de otra clase.
Leer o decir la descripción de una escena rica en detalles susceptibles de ser dibujados. A continuación, pedirle que dibuje la escena, basándose en lo que oyó.


· Discriminación auditiva:
Estos ejercicios permiten desarrollar la habilidad de diferenciar sonidos semejantes o diferentes.
Proporcionar períodos cortos destinados a escuchar e identificar sonidos: grabaciones de poesías y cuentos infantiles; narraciones por parte del educador. Hacer que los niños se anticipen a los sonidos de las grabaciones o palabras de los cuentos.
Hacer que, con los ojos cerrados, identifiquen sonidos producidos por el educador, tales como romper papel, arrugarlo, tamborilear con el lápiz, con los dedos o el rebote de una pelota.
Hacer que distintos alumnos imiten sonidos de animales o seres humanos. Los demás tratarán de adivinarlos. Realizar el mismo juego tratando de reproducir sonidos característicos del campo, del aeropuerto, de la calle, etc. enfatizar las diferencias entre tono, intensidad y timbre.


· Sonidos iniciales:
Como una etapa importante para preparar al niño a leer, éste debe discriminar sonidos componentes del habla. Estos sonidos no deben presentarse aislados porque de esta manera no tienen significación lingüística; han de presentarse dentro del contexto de palabras familiares. Con el fin de discriminar sonidos se presentan las siguientes sugerencias:
El buque cargado. El educador muestra una lámina y dice: ha llegado un buque cargado de... Cada niño debe responder una palabra que tenga el mismo sonido inicial del dibujo representado en la lámina.
Recortar dibujos, fotografías, ilustraciones de seres u objetos figurativos, es decir, que representen algo concreto como silla o lápiz. Proporcionarles cartulina y pegante y tratar que peguen en la hoja todos los recortes de ilustraciones con un mismo sonido inicial.
Jugar al supermercado. Hacer tarjetas con cosas que se compran en un supermercado: botellas de leche, frutas, jabón, etc. distribuir varias tarjetas a cada niño. Entonces preguntar: quién ha comprado algo que empieza como mamá. El niño que muestra la tarjeta que responde a la pregunta puede depositarla en una bolsa.

· Sonidos finales (Rimas):
Una vez que el niño ha adquirido destreza en discriminar los sonidos iniciales, o bien, simultáneamente, se debe ejercitar la discriminación de los sonidos finales de las palabras.
Decir poesías cortas, adivinanzas, juegos de palabras, donde aparezcan rimas consonantes. Destacarlas.
Se presenta una lámina con diferentes objetos. Se le da al niño opciones de palabras que rimen con alguno de los objetos, él debe escoger la que rime. Realizar el juego Tenis de palabras. Formar grupos de no más de tres niños. El primero dice una palabra tal como lana y el niño del equipo opuesto le responde como rana. Esto continúa hasta que alguno no pueda dar otra palabra que rime con la inicial.


· Análisis fónico:
El análisis fónico implica el estudio de los símbolos impresos equivalentes del habla y su uso en la pronunciación de las palabras impresas o escritas. Harris, A. (1966)
Para lograr el dominio del código escrito, el niño debe manejar asociaciones letra-sonido y ser capaz de aplicarlas para decodificar palabras impresas que no corresponden a su vocabulario visual. Se destacan las siguientes actividades:
Destacar a la vista del niño una serie de láminas que contengan palabras claves, es decir, una palabra con un dibujo que la represente y que cumpla con la condición de ser figurativa y específica.
Construir dos círculos, uno de ellos más pequeño, y unirlos por el centro, de manera que cada uno pueda girar libremente sin mover al otro. Consonantes y vocales se marcan en el círculo más grande, y los dibujos de los objetos que empiezan con esos fonemas se colocan en el círculo interno, para que así puedan juntarse. Se le pide al niño que haga girar los círculos y una correctamente un fonema con el dibujo correspondiente.
Usar dos conjunto de tarjetas, uno con ilustraciones específicas y figurativas y otro con letras. Se le pide al niño que junte ilustración con letra. Se le pueden mostrar las letras y pedirle que ordene las ilustraciones según corresponda o al se le muestran las ilustraciones y se le pide que ordene las letras.